lunes, 10 de abril de 2017

Cuando tenía 19 años me pidieron que diseñara el estandarte más grande que desfila en la Semana Santa de Lorca

Recuerdo que durantes tres meses estuve tirado en el frío suelo del salón dibujando un boceto de dos metros de ancho por dos veinte de largo. Terminaba de estudiar y me quedaba hasta las tantas de la madrugada intentando dar forma a un estandarte que debía reflejar a la Virgen de la Piedad con su hijo yacente sobre sus brazos. Por aquel entonces tan solo tenía 19 años, y tras cuatro años y medio de bordados en sedas y oro y miles de horas en los talleres del Paso Morado, por fin quedó terminado. Fue un trabajo que dirigió mi añorado padre. Quizás por eso, ahora, cada vez que lo veo desfilar, no puedo evitar  que la emoción me embargue al recordar la cantidad de horas que estuvimos codo con codo padre e hijo, con el único fin de ofrecerles a nuestra cofradía morada la joya que ellos realmente se merecían.

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